Al
mismo tiempo que tiene lugar en Inglaterra la revolución industrial, se
produce en el país una
importante transformación agrícola que favorece, además, la
industrialización. Vamos a ver en qué consisten estos cambios agrarios y
cómo influyen sobre la industria. En Inglaterra existían las llamadas «tierras
comunales». Se trataba de fincas grandes no pertenecientes a persona
determinada, sino que eran propiedad de alguna comunidad: aldea, pueblo o
ciudad cuyos vecinos se aprovechaban gratuitamente de ellas. Estas tierras
comunales solían estar dedicadas a pastos o a
bosques, y permitían vivir a los más menesterosos: cualquier
habitante del pueblo podía llevar su ganado a pastar en la tierra comunal
y, de la misma manera, cualquier vecino, también gratuitamente, podía
recoger leña del bosque común, bien para su uso, bien para convertirla
en carbón y venderla después.
A
mediados del siglo XVIII, esta situación cambió. El gobierno publicó
una ley por la que se suprimían las «propiedades comunales». Así,
estas tierras, que hasta entonces habían pertenecido a los pueblos,
fueron sacadas a pública subasta y compradas por los más ricos: nobles u
opulentos burgueses. El resultado, desde el punto de vista social y
humano, fue desastroso: los campesinos pobres y los jornaleros sólo podían
sobrevivir gracias a las «fincas comunales»; como ahora han
desaparecido, no tienen más remedio, para no morir de hambre, que dejar
el campo y trasladarse a la ciudad para trabajar como obreros en las
nuevas fábricas que en esos momentos se estaban levantando.
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